lunes, 12 de septiembre de 2011

Como agua para chocolate.

(...)Tita por su parte, intentó gritarle a Pedro que la esperara, que se la llevara lejos, a donde los dejaran amarse, a donde aún no hubieran inventado reglas que seguir y respetar, a donde no estuviera su madre, pero su garganta no emitió ningún sonido. Las palabras se le hicieron nudo y se ahogaron unas a otras antes de salir.
¡Se sentía tan sola y abandonada!, Un chile en nogada olvidado en una charola después de un gran banquete no se sentiría peor que ella, (...), El que nadie se coma el último chile de una charola, generalmente sucede cuando la gente no quiere demostrar su gula y aunque les encantaría devorarle, nadie se atreve. Y es así como se rechaza a un chile relleno que contiene todos los sabores imaginables, lo dulce del acitrón, lo picoso del chile, lo sutil de la nogada, lo refrescante de la granada, ¡un maravilloso chile en nogada!¡Qué delicia!
Que contiene en su interior todos los secretos del amor, pero que nadie podrá desentrañar a causa de la decencia.
¡Maldita decencia! ¡Maldito manual de Carreño! Por su culpa su cuerpo quedaba destinado a marchitarse, poco a poco, sin remedio alguno. ¡Y maldito Pedro tan decente, tan correcto, tan varonil, tan...amado!

Laura Esquivel.

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